Episodio I : Ladillas

Hay algo que todos los piojos tienen en común, los pendejos. Hay algunos piojos que se alojan en las cabezas peludas de niñitos ladillas de 10 años, y hay piojos, llamados ladillas que se encuentran en ... ya entendimos el punto.

Este blog no da nombres propios, ya sabemos la política. Así que vamos a llamar a nuestra víctima, señorita X. La señorita X no tiene vida social, o digamos más claramente, que sus pendejos no la tienen desde hace tres meses ya, se ducha regularmente (mal no huele), en este tiempo no fue ni a hoteles, moteles, ni gimnasios (creo que nunca pisó uno), y según ella misma afirma no se está revolcando con ningún vago mugriento de la cuadra que le pudo haber pegado sus ladillas... y si la virgen María tuvo a Jesús sin sexo, perfectamente X puede tener ladillas por amor al arte.

Una mañana, la señorita X se levanta somnolienta, como todas las mañanas, a hacer el clásico “pis primero”. Baja su bombacha, se sienta plácidamente, y mientras todo sigue su curso, ve que de entre sus bragas, algo cobra vida y se mueve. Sin pensarlo demasiado, toma ese puntillo blanco en movimiento entre sus dedos, y lo estruja con las uñas... clic! La sangre salta a borbotones, mierda!
Tuvo una lógica línea de pensamiento: “Si este bicho tiene tanta sangre, es un parásito, si es un parásito seguramente se trata de un piojo, si esta en mi chabomba, tengo ladillas!” y como era un piojo gordo, asumimos que es un caso SERIO de ladillas.

“mamá, papá, tengo ladillas” la frase sonaba tan inverosímil como avergonzante. No lo hagas, para que amargar a tus padres, ellos jamás van a creer que que no hiciste nada para merecer esto, ni nosotros te creemos.
Mi consejo es que evites el rascado efusivo en público, mucho piojisar y tener en cuenta las bombachas de latex, suerte en pila!