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Sufrimiento onírico

Estoy considerando seriamente que, este aparentemente inofensivo "blog de notas" puede acarrearme más de un problema con alguna amiga que se sienta identificada...los riesgos del oficio, por eso la nueva leyendo de allá arriba (siga la casi flecha ^). El consuelo sería que yo no siento como pienso, creo que esa última frase confusa solucionaría de alguna manera mi comprometida situación.

También podria optar por dar a conocer una de mis historias de vida desgarradoras. Como esta es la opción que eligen los gusanos, aca va...

Ayer soñé algo de lo más escabroso. Tenía un diente flojo. El pobre me dolía mucho, era uno de los pequeños incisivos de la mandíbula inferior. Me preocupaba encima mi mala suerte de que si se caía se iba a ver mucho peor que si se trataba de un precioso molar.

Finalmente el maldito sucumbió, sangró y cayó. Me miraba en el espejo (en el sueño) y lloraba, le conté a mi madre mi infortunio, y a modo de consuelo, pensó que sería bueno ver cuántos dientes buenos me quedaban (optimista no?)
La manera más efectiva de contar mis dientes sanos fue sacarlos de uno a la vez. Y así, con todos mis dientes en ambas manos, y la voz carraspeante de mi madre diciendo ¿ves que te quedan un montón?, dispuesta a echarles una miradita a mi alguna vez poblados alveolos, alcé mi vista al espejo y... me desperté como en cualquier buena película de horror.

La lástima que debería provocarles este relato radica en un dato tal vez ignorado por ustedes: en el plano onírico, soñar con los dientes significa "falta de sexo", y si en el sueño se te caen significa "mucha falta de sexo y necesidad de"... y sí cuesta admitirlo, pero en mi caso se aplica la teoría a la perfección.

Para colmo de mis males, una noche en la nueva, reluciente y humeante Pachamama brindaron a mi pequeño ser de un nuevo atributo, una tos tuberculosa que parece no querer irse y que me confina a este interminable cautiverio nocturno que ya lleva dos semanas...mierda!

Comentarios

Nacho dijo…
Yo tengo la tendencia de tener sueños subidos de tono cuando duermo bastante abrigado. Y por lo general no me avivo que son sueños hasta que es demasiado tarde. Por lo tanto, la media estación (en donde uno frecuentemente termina tapado de más, por las dudas) es el momento más pegajoso e incómodo del año.

(Ayer empecé la media estación)

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